CARTA A
ENRIQUE ASÍN CORMAN FELICITÁNDOLE POR SU PREMIO
Sin duda uno de los más
grandes, ele aquí con otro terno y derramando torería, genio y
figura, cada día más gruesa - debemos ponernos en cintura -
hasta la sepultura; caballero que porta toda una colección de
principios y valores que obligan, por mi parte, a darle el
tratamiento de Señor y el epíteto de bohemio, Señor Bohemio D.
Enrique Asín Corman:
Usted vive la edad que para
los griegos era la de la plena madurez intelectual - ¡qué cursi
resulta!- porque reúne, siguiendo, a parte del sosiego necesario
para afrontar los problemas, la experiencia de unos cuantos años
escribiendo y enseñando de cuernos que es cosa muy distinta a
ser cornudo - como es bien sabido - abundante cultura como para
sembrar el conocimiento del lector más avispado en cuernos y la
memoria suficiente para entre lo vivido y leído dar a cualquiera
dos o tres vueltas con la capa sobre lo que son las cosas de
hoy, las de antes y las que nos quedan a todos por ver. En
definitiva, usted sabe como nadie que la vida es algo más que un
sueño, un milagro o una pesadilla y en concreto dentro de ésta,
en lo referido propiamente al perimundo de los toros, donde
usted es magnífico catedrático, decir sólo que lo tiene
recorrido de Norte a Sur y de Este a Oeste, de cabo a rabo y que
al igual que Roger de Lauria, nuestro mejor capitán en el
Mediterráneo, usted no se pierde porque este mar de suertes y
lances lo lleva en la sangre desde su infancia gracias a la
bendita transfusión de su abuelo y de su padre en los muchos
cafés de esta nuestra sin igual Zaragoza. ¿Qué cambio ha dado
Zaragoza? Mire que el mundo taurino es vasto y que la línea
entre el aficionado y el taurino cuando se vive dentro de este
Planeta del Caña y por él - la Fiesta, en fin- es fácil de
cruzar porque dista mucho de ser Rubicón y qué a los buenos
aficionados la Fiesta nos exige, al igual que a los toreros
grandes: andar siempre en cacho, no mirarnos cuando nos cogen y
cargar la suerte con gracia y astucia. Sr. Enrique Asín, le
digo: son de admirar las cornadas que lleva por defender al
toro, al toreo y al resto de los mandamientos, no menos
huérfanos, que nuestra religión reza. ¡Abajo la herejía con sus
"toreros" ventajistas, ganaduros y grandes aduladores! ¡Qué el
diablo se lleve a los cojos embusteros! Albacea de más de un
centenar de secretos sobre la historia de la muy Noble ciudad de
Zaragoza, conocedor como pocos de su faceta taurómaca; usted
puede estar muy orgulloso y considerarse, al igual que pensamos
todos sus críticos, dentro del egregio elenco de los prohombres
taurómacos Zaragozanos y al "ladico" de D. Ventura, Ramón de la
Cadena y otros Cavias de las mismas hierbas y el mismo viento,
El Cierzo ( el que nos vuelve a todos lo suficientemente locos
como para entonar la jota de la Bandolera sin llegar, para nada,
a una nota sostenida de D. José Oto). Permíteme, por unos
momentos que te tutee y por unos instantes que me suba a la
silla para poder ponerme a tu misma altura y escribir de tu obra
que por desconocida no deja de ser vasta y epopeya de la Fiesta
más Nacional. Vayamos:
En el libro que libraste el
testamento del Chiclanero de las manos de un buhonero del rastro
de Sevilla y del primer misterio que es el olvido, nos enseñaste
que Alberto Casañal, el poeta, sabía bien de Toros y que el
pobre Chiclanero no fue tan mala gente como los seguidores de
Francisco Montes, por mera y ridícula rivalidad, creemos.
Competencia o absurdo en la que quiero detenerme por un momento
porque nos ciega a ser sólo de Rafael Molina "Lagartijo" y tener
que negar al Negro, de Joselito y no del Jorobetas etc. o de uno
o de otro; absurdo, quede suelto y no se repita más, que para
los adoctrinados en tauromaquia clásica, pese a los muchos
inconvenientes que conlleva, consideramos que es el aliño de las
buenas suertes y las grandes épocas.
En otro de tus libros
desempolvaste los viejos carteles taurinos de las corridas
celebradas por motivo de la boda real entre SM. Alfonso XII y su
prima hermana, la bella sevillana María de las Mercedes de
Orleáns y Borbón. Apuntaste allí, un hecho cierto que aún no
tengo claro si adrede y es que desde Fernando VII hasta nuestro
Rey actual los Borbones en España han cumplido con nuestra
querida Fiesta y de qué manera. La leyenda negra construida por
los políticos republicanos - ¿alguno popular y castizo? - hizo
crecer la idea en aquel pueblo docto en toros pero no en su
historia, que los Austrias fueron proclives a la Fiesta y los
Borbones no. Hoy, corra la pena, la Chata no esta en los toros,
ni la Reina Madre Dña. María de las Mercedes de Borbón pero SM.
El Rey sigue mostrando entusiasmo por la Fiesta y por las
tradiciones vivas, bravas y bizarras de su fiel pueblo de
Madrid.
Madrid rompeolas de las
españas, la Roma de un Imperio en donde nunca se ponía el Sol,
las plazas frescas de los Austrias, el olor a café con porras,
la modernidad y lo castizo de sus calles que se abren y se
cierran en forma de abanico en Sol, Km. cero. Toreros de Madrid
muchos, pero unos que vistes mucho y sigues recordando con
devoción y cariño, los Bienvenidas, les dedicaste todo un libro
titulado con maestría y a la altura de las circunstancias:
Toreros y Caballeros. "Yo también desde estas líneas quiero
elevar mi oración por don Antonio, "mi" torero, envuelta en
admiración y respeto por quien, para mí, simbolizó y sintetizó a
toda una dinastía torera, la de los BIENVENIDA. Una dinastía de
TOREROS y CABALLEROS en la calle y en el ruedo." (E. Asín)
En libro hay una segunda parte dedicada al estudio de la Real
Maestranza de Caballería de Zaragoza referido a nuestra Fiesta.
Corre el año 1893 y Rafael
Molina "Lagartijo" primer Califa se retira no sin antes y en
aquel mismo año torear y despedirse de su querida Zaragoza.
Aquel que toreara por una replica en diminuto de la Virgen del
Pilar en un mal año para las arcas de nuestra Inmortal, quien
realizó las suertes con una elegancia increíble, el sintetizador
de más duendes que ningún otro artista... se va y aún hoy
lloramos los aficionados su terrible ausencia. Ese mismo año
nace en Zaragoza D. Ramón de la Cadena. Un siglo más tarde y en
uno de tus libros los recuerdas, Centenario.
Tocan la primera campanilla y
llegan a mí otro de tus libros, Los toros de la campanilla,
y aún me sobran libros, disculpa que no los trate. Quiero
terminar felicitándote por el premio que te dieron el pasado
viernes 18 de febrero y quiero agradecerte el que tú nos vayas a
dar otro, un libro titulado Los toros Josefinos. Sin haberlo
leído porque aún no está editado, adivino que tratará sobre la
época de primeros de siglo XIX en la que los toros fueron
prohibidos por Carlos IV y el breve reinado del intruso Botella
quien los volvió a permitir.
Y en este día, como en muchos
otros antes, un amigo – más pesado y complaciente que nunca- se
despide dándote un fuerte abrazo y un viva solidario y deseado:
¡Viva el Rey de España!
Olegario "el Ole" Zaragoza
22-2-05
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